Luego de muchos años donde la industria de turismo ha venido digiriendo el avance de Internet que entre otras cosas ha cambiado para siempre su sistema de comercialización, hoy nos encontramos con nuevos desafíos. El perfil de los turistas ha variado, hay demandas de servicios que hasta hace poco tiempo hubieran sido imposible de imaginar y cumplir para entregar experiencias satisfactorias es más clave que nunca. Pero, ¿cómo puede el mercado estar preparado para tanto? En mi humilde punto de vista alejándose de los prejuicios y capacitándose.
La Internet que antaño funcionó para imponer un nuevo canal de distribución, hoy agregar un enorme poder de difusión gracias a las redes sociales nuevos destinos que ni bien son descubiertos se viralizan, eso genera que se tenga que estar a la altura para cumplir esas demandas y por otro lado poder balancear esa demanda que pierde en destinos tradicionales. Paralelamente, el surgimiento de portales como Tripadvisor ha causado que el turista antes de contratar revise comentarios que pueden llevar a contratar o no servicios turísticos. Mientras que sistemas como Uber han puesto en jaque a medios de transporte. Mi punto de vista es que trabajando e invirtiendo en la calidad de servicio, la capacitación, el contacto con asociaciones, cámaras y organismos del estado se puede enfrentar estos desafíos y salir airosos.
Analizar cuestiones clave como la renovación de los destinos turísticos, la estacionalidad, la aparición de nuevos mercados competidores o la llamada economía colaborativa, es uno de los fenómenos que más preocupa en estos momentos a las empresas del sector.
Hay que abordar este fenómeno con prudencia. “Los estudios de los que se dispone hasta ahora son muy iniciales y están muy orientados hacia el interés, y es lógico, que cada uno intente defender su posición.
Lo que realmente hay que plantearse es la posición de los destinos. El interés del turismo no es que vengan más turistas, que haya más alojamiento, que los hoteles ganen más dinero, que los taxis vayan más llenos, etc. El interés del turismo para un territorio es que contribuya a la generación de riqueza y empleo en el mismo y, en última instancia, a la mejora de su calidad de vida.
Una de las actividades donde más crece la demanda de servicios entre particulares es el alojamiento. Es necesario analizar qué está sucediendo. Si se reduce el negocio hotelero, pero se produce una redistribución de los ingresos turísticos y se mejora así la calidad de vida de los ciudadanos, perfecto. Los hoteleros tendrían entonces que plantearse un modificación de su modelo de negocio. Mientras que si el turismo colaborativo atrae a gente que cada vez gasta menos y cada vez es más perjudicial para los destinos, sobre todo en cuestiones ambientales, tampoco interesa.
Es conveniente conocer si este fenómeno supone que la torta del negocio turístico es mayor o es la misma repartida de otra manera. Existen muchas dudas porque es un fenómeno totalmente desconocido. Si el turismo y la economía colaborativa están aquí para quedarse, el modelo tradicional tiene que adaptarse de alguna manera a la nueva realidad. No sé si el modelo tradicional tendrá que incorporar al colaborativo, si vamos a un nuevo modelo que combinará a ambos o si al final de todo habrá un modelo plenamente colaborativo.
Los hoteleros podrían estar perdiendo negocio porque tal vez su modelo ya no sirve para el futuro. También puede estar ocurriendo lo contrario y es que se llame economía colaborativa a lo que es sólo un intento de evitar los cauces reglamentarios y legales y, por tanto, no pagar impuestos, generar empleos precarios y no dejar dinero en la población.
Lo importante es plantear esta cuestión desde el punto de vista de los destinos, porque si lo hacemos desde el interés particular, es posible que estemos desvirtuando la realidad.
Otro de los grandes retos a los que se enfrenta el turismo viene determinado por los cambios demográficos. Hasta hace poco tiempo nos movíamos por grandes segmentos, como tercera edad, jóvenes o familias, pero ahora, con los nuevos estilos de vida, cambios demográficos y la aparición de nuevos mercados, se impone un planteamiento de microsegmentación de la demanda.
El cuadro motivacional del turista se ha hecho más complejo, la demanda se ha diversificado más y existen casi tantos segmentos como personas viajan. La tendencia en los próximos años va a ser trabajar con microsegmentos, y el reto para los destinos es ser capaces de identificar aquellos nichos que sean capaces de generar valor o que los turistas estén dispuestos a pagar. Esa es la gran clave.
En mi opinión, la tecnología va a seguir cambiando el mundo de los viajes, como ha sucedido en los últimos años. Ha influido para que el turismo se haya convertido en un fenómeno global. Hace 20 años era sólo internacional porque los principales países emisores siempre eran los mismos, pero ahora ha permitido que aparezcan un sinfín de destinos y nuevas experiencias por vivir. Si se está a la altura, se podrá sacar provecho.