Boquete, en la provincia de Chiriquí, destaca por su diversidad ecológica y condiciones ideales para el registro de fauna silvestre. Su variedad de microclimas y altitudes lo convierte en un sitio clave para el estudio de especies aladas, con más de 400 registradas hasta la fecha. Este documento reúne las principales rutas, temporadas y áreas de interés para quienes realizan conteo y documentación especializada.
En la región montañosa del oeste panameño, ofrece condiciones excepcionales para el estudio y registro de la avifauna. Su variedad de microclimas, que incluye valles, montañas, bosques nubosos y selvas tropicales, permite la presencia de más de 400 especies aladas, entre ellas la candelita collareja, el perico aliamarillo y el quetzal resplandeciente.
Las laderas del Volcán Barú son un entorno ideal para observar especies poco comunes como el junco paramero y la estrella volcanera. Incluso desde zonas urbanas o los jardines de hospedajes es posible identificar ejemplares migratorios como la reinita verdilla y el bolsero de Baltimore.
El periodo comprendido entre finales de febrero y abril coincide con la época reproductiva de diversas especies, lo cual incrementa las probabilidades de registrar comportamientos como el cortejo, la construcción de nidos y la alimentación de crías. Este también es un momento propicio para observar al quetzal en su hábitat natural.
Entre septiembre y noviembre, se produce la migración de numerosas especies provenientes del norte del continente, que siguen rutas tradicionales hacia el sur. Durante estos meses, las caminatas por senderos de Boquete permiten sumar un alto número de registros a los conteos individuales o colectivos.
No obstante, Boquete mantiene una notable diversidad durante todo el año, lo que lo convierte en un destino ideal para actividades de monitoreo y documentación ornitológica en cualquier estación.
Las zonas elevadas del distrito, hasta los 2,000 m s. n. m., ofrecen oportunidades únicas para el avistamiento de especies especializadas. En el Sendero Los Quetzales, que atraviesa el Parque Nacional Volcán Barú, se han documentado especies como el campanero tricarunculado, la zeledonia, el colibrí garganta de fuego y el quetzal.
En el sendero Pipeline, en la comunidad de Los Naranjos, se destacan el ermitaño verde, la colaespina carirroja, el vireo aliamarillo y la eufonia elegante.
Otras rutas recomendadas incluyen las reservas naturales de La Fortuna y Palo Seco, donde habitan especies de gran interés como el ave-sombrilla cuellinuda, la urraca capuchiceleste, el gavilán barreteado y el tirano-enano crestiescamado.
En áreas como Caldera, a 300 m s. n. m., es posible identificar especies propias de tierras bajas, tales como el saltarín cuellinaranja, el cabezón plomizo, la tijereta sabanera y el perico frentirrojo.
Algunas fincas cafeteras de la región también ofrecen recorridos guiados enfocados en la observación de especies como el capulinero colilargo, el barbudo cabecirrojo, el pibí oscuro y diversos colibríes, entre ellos el chiquito estrella centelleante.
Cerca del centro del pueblo, el sendero Bajo Mono permite acceder a zonas boscosas donde se han registrado especies como el cacique piquiamarillo, el mosquero cabecigrís y la tangara pechirrosada.